El Teatro de Quetzaltenango en Xelajú.
La construcción del teatro fue impulsada por el presidente Manuel Estrada Cabrera, quien en ese entonces era el alcalde de Quetzaltenango.
La primera piedra de la construcción fue colocada el 14 de septiembre de 1891, siendo una de las primeras obras de su gestión administrativa.
La edificación fue inaugurado el 19 de julio de 1895, día en que se conmemora el nacimiento del gran reformador Justo Rufino Barrios.
Para la ocasión se celebró un contrato con la Compañía de Ópera que operaba en la Ciudad de Guatemala.
El teatro tiene una capacidad para 1050 personas, estructurado con todas las características esenciales de los grandes teatros, como vestíbulo, taquillas, palcos, sección de platea, camerinos, salas de recepción y estar, bar, cabina de luces y sonido, anfiteatro, entre otros.
Los alrededores del Teatro están adornados con varios monumentos, algunos de los cuales han ido agregándose con el pasar de los años.
Entre ellos sobresale la estatua de Artemisa (nombre en la mitología griega; Diana en la mitología romana), quien era la hermana gemela de Apolo y por tanto hija de Zeus y Leto.
Artemisa era la diosa de la naturaleza, las cosechas y la caza. Así mismo, se destaca la estatua de Cronos, imagen y símbolo del tiempo, por lo que se le representa como un viejo descarnado y triste que lleva en sus manos una hoz que indica que el tiempo lo destruye todo.
En 1986 se colocó el busto de Osmundo Arriola, insigne poeta, por el centenario de su nacimiento. De igual forma, se observa el busto de Alberto Velásquez, imagen esculpida en bronce, como respuesta de la patria a la inmortalidad de su nombre.
Destaca también, el busto a la reina indígena, como homenaje cultural a la eterna Xelajú; y el busto de Jesús Castillo, insigne creador de la música sinfónica Maya-kiché y creador de la primera ópera vernácula.