Más Leyendas Famosas de Guatemala
Casi todos los niños y niñas de Guatemala han escuchado la historia de la Llorona, El Sombrerón o la Ciguanaba, ya que las leyendas son una parte importante del folklor guatemalteco. Las historias, sus inicios y de donde provienen son un misterio, pero lo que sí es seguro, es que en Guatemala existen un sinfín de leyendas.
Estas son algunas más de las mágicas leyendas de Guatemala:
La Tatuana
La Leyenda de la Tatuana narra la historia de una mujer, presuntamente esclava, muy hermosa, con ojos grandes y unas pestañas largas y rizadas. Esta hermosa mujer, era presuntamente, aprendiz de brujo y, por lo tanto, había el arte de la brujería y la magia negra. Fue condenada por este delito, ante la Santa Inquisición. Un día previo a su muerte, solicitó que se llevara un trozo de carbón, unas rosas blancas y velas. Un día dibujó un barco gigante con la tiza que se le proporcionó y, el día de su muerte, encontraron la celda vacía. Se considera que la Tatuana está condenada a navegar en su barco sin descanso.
El Duende
El Duende Guatemalteco se puede encontrar principalmente en las zonas rurales, especialmente en el campo. Muy parecido a un gnomo pequeño en tamaño, camina por los campos que se cosechan. El Duende camina hacia atrás ya que tiene los pies volteados. El Duende no busca hacer daño a las personas que se le aparecen, sino que gastarles unas bromas. Por las noches, canta canciones con su guitarra; este instrumento es el único que, a su vez, puede ahuyentarlo.
Pie de Lana
Juan Montejo o “pie de Lana” es un personaje reconocido en la novela de Pepe Milla, La Historia de un Pepe, sin embargo, se presume que este personaje sí existió. Según la leyenda, Pie de Lana quiso entrar a robar una casa del Barrio de la Parroquia. En este intento, subió por las barandas de dicho lugar e ingresó a la casa. Una vez adentro, un perro lo atacó, pero hábilmente, Pie de Lana sacó algo de su capa y se lo entregó al perro, calmándolo así y continuando con su misión. Las joyas y dinero que robó Pie de Lana, lo repartió entre personas que lloraban por no tener dinero.
La Tejedora y el Colibrí
La Leyenda de la Tejedora y el Colibrí tiene su origen en Huehuetenango y cuenta la historia de Pilarcita, la tejedora más linda de dicho departamento. Su cabello negro, su sonrisa y su belleza cautivaban a todos los hombres. Una tarde, un apuesto joven de su barrio tomó su mano, la miró a los ojos e inmediatamente, se enamoraron. Pasó el tiempo y los jóvenes se iban enamorando aún más, hasta que el padre de Pilarcita los separó, amenazando al joven para que nunca más la buscara. Pilarcita pasó una semana encerrada, triste por haber sido separada de su enamorado hasta que recibió la visita de un colibrí, que, por obra de magia, se convirtió en su enamorado. El padre de Pilarcita, se acercó y el joven se convirtió nuevamente en colibrí, escondiéndose debajo del güipil que Pilarcita tejía. Esto sucedió durante varias tardes hasta que el padre de Pilarcita los descubrió y ambos, tomados de la mano, corrieron convirtiéndose en colibríes y volando juntos.
Xocomil
Antes de que existiera el Lago de Atitlán, existían 3 caudalosos ríos que se unían a las faldas de los volcanes de Atitlán, Tolimán y San Pedro La Laguna. Cada mañana, la hija del jefe o cacique de la región, cuyo nombre era Citlatzin se bañaba en el punto en el que se unían los 3 ríos. Citlatzin era conocida por su belleza y su voz al cantar. Citlatzin estaba comprometida con el hijo de otro cacique, sin embargo, su corazón le pertenecía a Tzilmiztli un plebeyo del pueblo. Con el paso del tiempo Citlatzin dejó de cantar y los ríos, preocupados, le preguntaron al viento que porque Citlatzin ya no cantaba a lo que el viento respondió contando la historia de la pareja. El viento, enfadado por la relación, sopló muy fuerte y empujó a Tzilmiztli al agua, hasta que se ahogará. Citlatzin que veía lo que sucedía, ingresó al agua junto a su amante y, los ríos, al darse cuenta, se enfurecieron, creando grandes corrientes que se convirtieron en el lago de Atitlán. A la fecha, los vientos siguen soplando en el Lago ya que no logran olvidar a Citlatzin.